Con la Orquesta Sinfónica de Londres, coros antiguos y colaboraciones como Björk y Estrella Morente, LUX promete ser su obra más ambiciosa, y espiritual, hasta el momento
Una tarde que parecía cualquiera se transformó en ritual. La Gran Vía se apagó, los carteles dejaron de parpadear, y una figura vestida de blanco apareció entre el humo y los susurros digitales: Rosalía, preparada para anunciar LUX. A golpe de pantallas en Times Square y un directo en TikTok, la cantante catalana confirmó que su cuarto álbum de estudio verá la luz el 7 de noviembre de 2025 bajo el sello Columbia.
Pero no fue un anuncio cualquiera. En la Plaza del Callao, frente a decenas de seguidores, Rosalía protagonizó una extraña y poética yincana: su coche quedó atrapado en el tráfico, ella bajó y corrió por la Gran Vía hasta un hotel, mientras la multitud la seguía, mientras las cámaras la buscaban. En ese momento las luces del centro se encendieron: allí estaba la portada del álbum, con la artista vestida como una monja, en blanco puro, mirando al cielo.
Una orquesta, mil voces
LUX no es solo un álbum pop: es una partitura orquestal, un mosaico de voces, un puente entre lo íntimo y lo sideral. Fue grabado con la Orquesta Sinfónica de Londres bajo la dirección de Daníel Bjarnason, y en su hoja de crédito aparecen nombres como Björk, Estrella Morente, Silvia Pérez Cruz, Carminho, Yves Tumor y el coro de niños de la Escolanía de Montserrat junto al Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana.
El álbum se estructura en cuatro movimientos (MOV I a IV), evocando una progresión narrativa: de la confesión a la exaltación, del susurro al clamor. En total, las ediciones físicas contendrán 18 canciones, aunque en las versiones digitales se limitarán a 15, las pistas Focu ’ranni, Jeanne y Novia Robot serán exclusivas del CD y el vinilo.
Los títulos ya revelados confirman la intensidad simbólica detrás del proyecto: Sexo, Violencia y Llantas, Mio Cristo, Dios Es Un Stalker, La Rumba Del Perdón o Magnolias. En cada nombre se percibe un choque de lo sagrado y lo mundano, lo oscuro y lo luminoso.
Temáticas y contradicciones
Desde hace meses, Rosalía ha ido dejando pistas: partituras tituladas Berghain, relámpagos simbólicos con la palabra Lux, camisas con leyendas como “God complex”. Todo apunta a que el disco aborda la mística femenina, la transformación interna y la trascendencia como ejes temáticos.
No obstante, esta estética religiosa también ha provocado reacciones encontradas. En redes sociales, críticos han cuestionado si la fe como código visual recae en clichés tradicionales o si es una apropiación artística de símbolos sagrados. Algunos sectores de la izquierda moralista han expresado su inquietud ante lo que interpretan como una vuelta a valores conservadores, mientras otros defienden la audacia conceptual de Rosalía.
Para la artista, sin embargo, el proceso creativo fue también terapéutico: en entrevistas ha confesado que ha cambiado mucho en estos años, que mantiene preguntas que la habitan, y que este disco es la forma de confrontarlas con música sin miedo al fracaso.
Expectativa y legado
La expectación es monumental. Tras el éxito internacional de Motomami (2022), Rosalía no solo quiere sorprender: quiere redefinir su lugar en la música contemporánea. LUX se perfila como un album bisagra, capaz de abrir registros nuevos orquestales, corales, conceptuales, sin abandonar su pulsión pop.
Faltan semanas para que el disco aterrice en las plataformas, pero ya ha logrado algo poco común: convertir calles, redes y ciudades en escenario y partitura. En noviembre, cuando se escuche la primera nota, muchos sabrán que ese día no es una fecha más en el calendario musical: es el día en que Rosalía sacude sus propios límites y nos invita a mirar al interior, en la luz y la penumbra.