El canario reúne a miles de fans en Barcelona con un concierto que mezcló fiesta, emoción y colaboraciones

Ni lunes ni final del verano: nada importó anoche en el Palau Sant Jordi, donde Quevedo convirtió el recinto en un auténtico club gigante. El artista canario presentó su gira con un espectáculo de dos horas dividido en tres actos, un despliegue de luces, fuego y humo que acompañó un repertorio pensado para no dar tregua al público.

El arranque fue directo y contundente con “Kassandra”, seguida de “Duro” y “14 Febreros”, que marcaron el tono de un primer bloque cargado de intensidad. Enseguida llegaron piezas más íntimas como “Los días contados” y “Amaneció”, demostrando que Quevedo también sabe jugar con los cambios de atmósfera sin perder conexión con la gente.

El segundo acto fue el que desató definitivamente el baile. “Sin señal”, “Playa del Inglés”, “Wanda” o “Punto G”fueron recibidas como auténticos himnos por una grada encendida. En medio de este bloque, subió al escenario Lucho RK, con quien Quevedo interpretó “Guaya” y “Preñá”, dos temas que el público coreó de principio a fin.

Lucho RK, aliado inesperado

El rapero colombiano aportó un plus de energía al show con su aparición. La complicidad entre ambos artistas transformó el Sant Jordi en un coro multitudinario y fue un guiño especial para los fans, que no dudaron en acompañar cada verso a pleno pulmón.

Más allá de la anécdota, la presencia de Lucho RK evidenció la solidez de la red de colaboraciones que rodea a Quevedo y que ha sido clave en su rápida consolidación internacional.

De “Iguales” a “Quédate”: cierre a lo grande

En el tercer acto, Quevedo reservó la artillería pesada. Sonaron “Iguales”, “Gran Vía” y “Tuchat” en un tramo final que rozó la euforia colectiva. El broche llegó con “Columbia”, “Buenas noches” y, cómo no, la esperada “Quédate”, que convirtió el Sant Jordi en un karaoke masivo y selló una noche que se recordará como una de las grandes paradas de la gira.

Con otro concierto previsto para hoy martes, Quevedo reunirá a más de 35.000 personas en dos días, confirmando que lo suyo ya no es una moda pasajera, sino un fenómeno consolidado.