65.000 personas, tres actos, y un espectáculo sin precedentes que consolida a Lola Índigo como una de las grandes artistas del pop urbano español. El rugido del dragón marcó una noche inolvidable en el Estadio Riyadh Air Metropolitano
El Estadio Riyadh Air Metropolitano fue testigo de una noche que ya forma parte de la historia de la música en directo en España. Con un montaje colosal y una narrativa emocional que recorrió todas sus etapas artísticas, Lola Índigo reunió a 65.000 personas en su show más ambicioso hasta la fecha. Un espectáculo dividido en tres actos —la bruja, la niña y el dragón— que funcionó como un viaje sensorial y artístico a través de su evolución.
Primer acto: un akelarre para empezar
El primer acto, “akelarre”, comenzó con un giro inesperado: Ya No Quiero Ná, el tema que normalmente cierra sus conciertos, abrió la noche como homenaje a sus orígenes. Un gesto simbólico que marcó el tono del show desde el inicio. Entre brumas y luces rituales, Lola conectó con su faceta más mística, rematada con uno de los momentos más emotivos de la noche: GRX, un tributo a su Granada natal, donde compartió escenario con el guitarrista flamenco José del Tomate. El escenario se convirtió en un tablao contemporáneo, mezclando tradición y vanguardia con una sensibilidad arrebatadora.
Segundo acto: energía dosmilera y nostalgia pop
La transición hacia “la niña” fue pura energía. Arrancó con La Niña de la Escuela y la esperada aparición de Tini, en una coreografía explosiva junto a todo el cuerpo de baile. Fue un bloque colorido, urbano y nostálgico, con guiños a los 2000 y canciones como Killa, Spinelli o Tamagochi, donde Mimi apareció al volante de un coche con la “L” de principiante, jugando con su presente y su pasado. El clímax emocional llegó con La Tirita, que interpretó junto a Belén Aguilera, dejando claro que la sororidad y la emoción también son parte del ADN del espectáculo.
Tercer acto: el dragón toma el trono
El último acto transformó el estadio en una auténtica pista de baile. Lola emergió desde su emblemático huevo para interpretar El Tonto, desatando la parte más fiestera del show. Lasers verdes, beats atronadores y una energía colectiva imparable convirtieron el Metropolitano en una rave pop. El argentino Paulo Londra se sumó con Adán y Eva y Perreito Pa’ Llorar, y Lola aprovechó para presentar Mojaita, su último hit, ya subiendo posiciones en las listas. Para cerrar: La Reina, desde un trono flamígero, reafirmando su lugar en la cima del género.
La gira de estadios de Lola Índigo, una producción sin precedentes
Más allá del repertorio, el montaje fue un espectáculo en sí mismo: 1.200 metros cuadrados de pantallas LED, una torre audiovisual de 28 metros —la más alta montada por un artista español—, 800 luces de última generación y un equipo de más de 2.000 personas. Todo pensado para una experiencia inmersiva de 270 grados y con un fuerte compromiso con la sostenibilidad y la eficiencia.
Durante casi tres horas, el estadio fue una sola voz, un cuerpo en movimiento, un ritual colectivo. Cada canción fue coreada, cada movimiento ovacionado. Lola Índigo no solo ha dado un concierto: ha firmado un manifiesto de poder, identidad y transformación.
La bruja, la niña y el dragón ya no son solo personajes. Son tres formas de una misma fuerza que ha sabido reinventarse, madurar y volar cada vez más alto. Y anoche, en Madrid, ese dragón ardió como nunca.