56.000 personas vibraron al ritmo de los mejores temas de la banda colombiana, que inició su Antes de que Amanezca Tour en Madrid.
22:00 horas del viernes 21 de junio. Entre luces de colores, gritos ensordecedores y una marea de público en pijama (siguiendo el dress code establecido), la banda colombiana Morat salía al escenario instalado en el estadio Cívitas Metropolitano de Madrid, que temblaba de arriba a abajo para dar una calurosa bienvenida al cuarteto formado por Juan Pablo Isaza, Martín Vargas, Juan Pablo Villamil y Simón Vargas.
Mientras la noche caía en la capital, amanecían las luces de los móviles que querían grabar cada instante y el sonido de la música subía progresivamente hasta reconocer los primeros acordes de uno de los himnos de la banda: Cómo te atreves, tema que dio el pistoletazo de salida a un concierto que hizo soñar al público madrileño.
La noche del viernes fue una de esas que se queda para siempre en la memoria colectiva de los asistentes. En este caso, de las 56.000 personas que colgaron el cartel de “entradas agotadas” y llenaron con aplausos y gritos cada esquina del estadio. Un público que coreó a pleno pulmón junto a la banda sus temas más clásicos, pero también los más nuevos. Todo merecía la pena para vivir la única fecha del grupo en España.
“¡Bienvenidos a nuestro sueño, Madrid!”
“¡Buenas noches, Madrid! Bienvenidos a nuestro concierto. Mejor dicho, ¡bienvenidos a nuestro sueño, Madrid! El sueño de tocar en un estadio. No sabíamos cuándo llegaría, pero sí sabíamos que llegaría. Os queremos”, gritó Isaza. Estas fueron las primeras palabras que dedicó la banda a un público entregado, que lo dio todo durante las cuatro canciones anteriores: 506, A dónde vamos, Porfa no te vayas y Sobreviviste, una perfecta mezcla de su EP y los últimos cuatro discos.
Solo doce años después de los inicios de la banda, por fin han cumplido uno de sus objetivos: llenar estadios, y Madrid tuvo la suerte de ser testigo del comienzo de su sueño. “Madrid, esta noche estamos soñando todos juntos. Si quieres ser parte de este sueño, canta con nosotros. Este sueño va a convertirse en un recuerdo que nadie nos va a quitar nunca. Y para ello qué mejor que, antes de que amanezca, empezar por el principio”, dijo emocionado Isaza, antes de tocar las primeras notas de Mi nuevo vicio, canción que cantan junto a Paulina Rubio y que les dio a conocer en 2015.
Después, llegó el momento de Otras se pierden. «Esta canción es muy personal», explicó Isaza. «Nos preguntan mucho en qué nos inspiramos. Esta canción comenzó porque hace diez años, mi hermana terminó con su primer novio. Para animarla en esa situación, surgió la frase perfecta para empezar la canción: Lo peor son los primeros cinco días».
Ver esta publicación en Instagram
El momento de catarsis sentimental
El siguiente tema, Mil tormentas, fue uno de los más emotivos de la noche. “Para las personas que tienen todavía algo que decir, para aquellas situaciones donde uno se queda con un nudo en la garganta”, confesó el cuarteto. El Metropolitano se llenó de linternas encendidas de los móviles, creando un mar de luces que iluminó el estadio. Fue la primera vez que se encendieron las pulseras repartidas entre los asistentes al entrar, sincronizadas con la música y cambiando de color según la canción. En este preciso momento, una marea blanquiazul de luces lo invadió todo, rompiendo el tono vivido hasta entonces y marcando el momento de catarsis sentimental.
Después, Segundos platos llenó el estadio de un tono azul con las pulseras encendidas, seguido por Cuando nadie ve, donde el fuego en el escenario aumentó la intensidad, haciendo sentir el calor en la pista. El juego de luces continuó con tonos azules, morados y verdes, preparando el concierto para Mi suerte. En este tema, Martín, el batería, tomó el centro del estadio para interpretarla en solitario, ofreciendo un momento íntimo y poderoso. No necesitó nada más, él solo llenó el escenario. Siguió Debí suponerlo, donde el público se dejó las cuerdas vocales coreando cada palabra con fuerza.
Antes de los treinta: la sorpresa de la noche
Pero, aunque el concierto se vivía en una nube de euforia colectiva, también hubo momentos para relajarse y bajar la energía. La banda se movió hasta el centro del escenario con una copa de vino en la mano, para brindar junto a los asistentes y presentar la sorpresa de la noche: una canción en primicia, Antes de los treinta.
“Compusimos Antes de los veinte antes de entrar en la veintena, pero el tiempo pasa y ya no nos identificamos con ella, aunque esperamos que alguien se siga identificando”, comenzaban explicando. “Por eso, queríamos actualizarla y escribir una más fiel al tiempo actual”. Esta fue la primera vez que cantaban el tema en vivo, y ofrecieron una acústica y preciosa versión “menos juguetona y más introspectiva”, en sus propias palabras y tocando la fibra sensible de todos los presentes con su letra. «No soy el niño que antes fui pero los treinta no me quedan bien. / Tengo mil cosas por vivir pero ya no quiero crecer. / Que el tiempo pasa y nos convierte en lo que fuimos», cantaba, con las emociones a flor de piel, el cuarteto.
Un juego de luces
Siguieron con Date la vuelta y Aprender a quererte, donde las luces naranjas añadieron un toque especial al ambiente. Y llegó el segundo momento inesperado de la noche: “¿Cuál es la mejor manera en la podemos interactuar con ustedes y a la misma vez cumplir un sueño?”. De esta manera, introdujeron la canción sorpresa del setlist, que, al más puro estilo Taylor Swift, va a ir cambiando en cada concierto. Pero, esta vez, de una manera más única y especial: el público pudo elegir.
Morat permitió que los asistentes eligieran la próxima canción que iban a tocar mediante los colores de las pulseras: No hay más que hablar en azul, En un solo día en rosa y Acuérdate de mí en amarillo, color que ganó por muy poco (las luces azules también destacaban entre la marea). Por tanto, Acuérdate de mí fue la elegida, y el estadio se tiñó de amarillo.
Un final nostálgico
La siguiente, Ya no merezco volver, trajo fuegos artificiales incluidos, y pelotas rojas, blancas y negras comenzaron a rebotar entre la multitud. Los cantantes bajaron a la pista con el público para interpretar Tarde, llenando de energía y pasión cada rincón del Metropolitano. Feo inundó el estadio de rojo, mientras No se va llenó el aire de luces rosas con el público coreando cada palabra.
El espectáculo continuó con Salir con vida, tema en colaboración con Feid, que tiñó todo de verde en su honor. Enamórate de alguien más fue uno de los momentos más bonitos de la noche, culminando con fuegos artificiales, y la recta final llegó con las exitosas Amor con hielo, París y Llamada perdida, antes de cerrar con Besos en guerra, un viaje a la nostalgia que nos transportó a aquel 2017 cuando la canción sonaba a todas horas en la radio.
Para el bis, los colombianos regresaron con Faltas tú, despidiéndose con una sugerente invitación. «Queremos que nos acompañéis en los sueños que ha habido aquí esta noche. Hasta la próxima», dijeron, mientras en las pantallas aparecían las palabras «Ya es mañana».
El concierto terminó, pero la magia quedó en el aire mientras el grupo ya se prepara para su próxima parada: Caracas. Fue un espectáculo lleno de nostalgia, alegría y emoción, un sueño de concierto del que costó despertarse.