El diseñador alicantino mezcla lujo barroco y estética motera en una colección que reinterpreta a María Antonieta desde la rebeldía queer y la moda circular
Cuando María Antonieta se encuentra con la motocicleta: una pasarela que arde entre tul, corsés y cuero reciclado. En la 36ª edición de la 080 Barcelona Fashion, Dominnico no buscó encajar; buscó incendiar. Su desfile, bautizado Rococunt (fusión de rococó y empoderamiento queer), transformó la pasarela en un palacio en ruinas donde el barroquismo dialoga con la cultura motera y la estética del club nocturno.
Las modelos emergieron entre luces cenitales y un beat grave que empujaba cada paso hacia la teatralidad. El opening pareció un flash nuestro: fragmentos de tul, corsés arquitectónicos, hilos que parecían hilos de coral derretido, y cuero intervenido.
Uno de los momentos más icónicos fue el cierre protagonizado por Jessica Goicoechea, vestida con un look confeccionado parcialmente con piezas recicladas de Vinted —un guiño al espíritu circular del sello—. Goicoechea, despojada (literalmente) de sujetador, encarnó el pulso libertario de esta propuesta.
Dominnico transformó la pasarela en un ritual donde el rococó no es joyería delicada, sino armadura reluciente. Los colores predominantes —granate profundo, marrón terroso y azul Klein eléctrico— parecían símbolos vivientes de un barullo emocional. Detalles de amuletos y talismanes ornaban los looks, como pequeñas invocaciones que hablan de suerte, protección y deseo.
En declaraciones posteriores, Domingo Rodríguez defendió que si su moda “incomoda”, entonces van por buen camino: quiere que sus diseños generen preguntas, no respuestas. Este no fue un desfile para pasar desapercibido. Fue un desafío visual: barroco enfrentado al cuero, delicadeza bajo presión, feminidad en tensión. Dominnico reclamó el centro del escenario —y lo incendió.