El grupo que ya lleva 26 años de carrera abrió la nueva semana de este ciclo de conciertos que tienen lugar en el madrileño Wizink Center.
Es muy difícil que no conozcas alguna canción de Camela, llevan en el panorama musical español más de 25 años haciéndonos bailar en fiestas y ferias. Ayer, sin embargo, el espectáculo distó mucho de a lo que nos tienen acostumbrados. No por ellos, sino por las restricciones tanto de aforo como de movilidad.
Un público de todas las generaciones, esperaba nervioso que comenzara el espectáculo. El ambiente que se respiraba era muy diferente al que suele haber en ese recinto, acompañaba una atmósfera de duda y excitación. Un Wizink Center a medio llenar, que respetó en todo momento la distancia de seguridad y el uso de mascarilla.
Pero nada que ver con su concierto de marzo de este mismo año, en el que reunieron a 11.000 personas con todas las entradas agotadas. Ahora, los fans estaban separados en mesas por distancia de seguridad y sólo podían dar palmas y levantar los brazos en señal de apoyo a sus artistas favoritos. Es frustrante ir a un concierto de Camela y no poder bailar y gritar a todo pulmón temas como Cuando zarpa el amor.
Quizá esto es lo que hizo que durante el concierto se notara una cierta frialdad en los artistas, que en ocasiones, parecía más un ensayo abierto al público. Y es que, para un artista es importantísimo el calor del público, y con un aforo tan limitado éste era cuanto menos sutil, apenas se escuchaba cómo coreaban las canciones a gritos.
Un concierto de éxito tras éxito
A las 21:30 se apagaban las luces del Wizink Center y comenzaba la fiesta, Ángeles y Dioni subían al escenario con Corazón indomable seguida de Sueños inalcanzables y El calor de mi cuerpo. El grupo llenaba el escenario con su arte interactuando con el público y sin olvidarse en ninguna canción de los cuatro sectores que coreaban todos sus temas.
Ángeles, visiblemente emocionada al finalizar los primeros temas confesó que “es un lujo volver a este sitio maravilloso en compañía de nuestra gente, nuestra familia, vosotros”.
Siguieron con un remix de sus primeros temas en el que quedaba palpable la conexión entre los cuñados, abalada por su extensa carrera. Tienen multitud de guiños entre ellos, por ejemplo, ayer Ángeles llevaba un vestido verde y en un momento, Dioni le improvisó una coplilla. Sus voces empastan a la perfección y es lo que hace que cada uno de sus temas, aunque puedan llegar a resultar muy parecidos, sean únicos.
Merecidísimo aplauso para toda su banda, destacando el gran trabajo de Javier Morgado a la batería y José Luis Martín el director musical.
No faltaron canciones como Lágrimas de amor, Has cambiado mi vida o Su locura mi placer su nuevo single, así como un medley en el que Ángeles quedó sola en el escenario demostrando su capacidad vocal, con su timbre y vibrato tan característicos.
Y la traca final llegó con Camela que contó con Rubén Martín (hijo de Dioni y también cantante) como artista invitado, y los éxitos No puedo estar sin él y Cuando zarpa el amor con un público que intentó poner patas arriba el Wizink Center aunque fuera desde su asiento.
Se hace difícil ver sufrir así a los artistas y al público que apoya la cultura, que recordemos, es el sector que mayores medidas está poniendo a la hora de realizar los eventos, ya que la cultura es segura. Al menos, pudieron disfrutar de sus cantantes favoritos en directo, quienes son, como dijo Ángeles “el mejor premio de la música que ha tenido Camela”.