Moshpits de reguetón, sudor de fin de curso y una escena local que ya no pide permiso: así fue el primer día del festival que convierte el Fòrum en el epicentro de la juventud urbana

En el Parc del Fòrum ya no suenan guitarras indie ni bombos de techno berlinés. Lo que suena, y suena fuerte, es reguetón, autotune, dancehall, catalán callejero, castellano sensual y beats que te sacuden desde las caderas hasta la conciencia. El Share Festival ha mutado en algo distinto, algo generacional, y anoche Bad Gyal lo dejó claro: esta escena no está emergiendo, está gobernando.

Frente a 25.000 personas, en su mayoría adolescentes recién liberados del curso escolar, Bad Gyal ofreció un concierto brutalmente físico, sensorial y visual. Su Bikini Badness Tour no solo es música: es estilismo apocalíptico, coreografías con precisión de metrónomo y un discurso sin filtros. Ella no canta, sentencia.

Arrancó el show con su ya clásico “Com esteu, Barcelona?” y de ahí todo fue en subida: más de 30 temas en formato medley, desde himnos como Fiebre y Blin blin hasta sus nuevos éxitos virales SexeSexy y Perdió este culo. Acompañada por su hermana Mushkaa —que apareció como reina secundaria en “SexeSexy”— y el puertorriqueño Omar Courtz en “Comernos”, el escenario se convirtió en una rave tropical hipercontrolada.

Pero el Share no fue solo Bad Gyal. Antes que ella, el escenario había ardido con un cartel que es radiografía del nuevo pop urbano peninsular:

  • Saiko, el chico de Granada con alma de superestrella, sacó lágrimas y gritos en partes iguales con su mezcla de trap melódico y flow romántico.

  • The Tyets, iconos del teteo catalán, hicieron que el público coreara en masa temas que ya son clásicos del verano.

  • Violeta, con estética sad girl y barras punzantes, se coló como revelación silenciosa: conexión total con el público más emo.

  • De La Rose, entre r&b atmosférico y reguetón sutil, firmó uno de los sets más delicados y sensuales de la jornada.

  • Figa Flawas, con su pop reguetoneado y aroma de pueblo fiestero, aportaron color y conexión emocional.

  • Julieta, elegante y eléctrica, confirmó que el hyperpop y el reguetón pueden convivir con dulzura y fuerza.

  • Omar Courtz, aunque invitado sorpresa, puso el toque internacional y recordó que Puerto Rico sigue marcando el ritmo.

El ambiente era de fin de curso total: gente en bañador, cuerpos pegados, móviles en alto, sudor por todas partes y padres que leían libros en los márgenes del caos. Una mezcla entre campamento urbano y rave millennial. En otras palabras: pura juventud catalana en estado de gracia.


La gira de Bad Gyal continuará por festivales en Valencia, Madrid y Arenal Sound, pero su noche en el Fòrum ya es historia local. Más que un concierto, fue una declaración generacional. La música urbana hecha aquí ya no necesita validación ni traductores. Solo necesita espacio, altavoces y calor. Y anoche, lo tuvo todo.