La película ofrece un retrato crudo sobre el vínculo tóxico que se establece entre una madre y su hijo y las consecuencias que conlleva.
Para él, ella es la única familia con la que convive; para ella, es un instrumento al que recurre para pedir dinero. Esta extraña y nociva relación es el tema central de Maternidad (Mother), que se estrenó en Netflix el pasado tres de noviembre. Esta historia, dirigida por el cineasta japonés Tatsushi Ōmori, está basada en un caso real.
No solo permite ver el lazo inquebrantable que se forja entre los dos protagonistas, también cómo el paso del tiempo se convierte en una herramienta asfixiante que afecta, sobre todo, a Shuhei, el hijo.
Ser pequeño, pero actuar como un adulto
La primera parte de la película aborda la niñez de Shuhei. No va a la escuela y, además, vive con su madre alcohólica y con problemas con el juego. Así pues, el niño está acostumbrado a un ambiente de gritos y el uso de la extorsión para conseguir dinero, ya sea de la familia de su madre, Akiko, con una interpretación estremecedora de Masami Nagasawa, o de desconocidos. Es lo único que conoce.
Además, la mujer no duda en abandonarlo durante unos días con un conocido para irse con un hombre. Durante su ausencia, solo le llama para pedir que le envíe dinero para volver a casa, aunque es mentira y se lo gasta con la bebida.
Sho Gunji es el actor de diez años encargado de interpretar la versión infantil de Shuhei. Representa la imagen de un niño que se siente solo y que lo único que quiere es recibir el amor de su madre, aunque este no es el correcto. Seguramente esto es uno de los motivos por los que Maternidad provoca enfado, incomodidad e incluso llegar a perturbar al espectador. El nivel de codependencia que se establece entre madre e hijo llega a un nivel de toxicidad sobrecogedor.
A pesar de todo, no podemos despegar la vista de la pantalla porque deseamos que Shuhei sea feliz. Pero nunca llega.
Una situación que no cambia
La segunda parte del filme se sitúa cinco años más tarde, con un Shuhei adolescente, interpretado, en este caso, por Daiken Okudaira. Ahora no solo tiene que cuidar de su madre, y encargarse de pagarle sus adicciones, si no también de su hermana pequeña Fuyuka, interpretada por Halo Asada.
El hijo quiere ir a la escuela y valerse por sí mismo, hecho que podría provocar una fractura en el lazo que mantiene con Akiko. Por este motivo, la mujer le manipula hasta el punto de hacerle creer que no es capaz de sobrevivir solo y que se necesitan. Este chantaje emocional genera una impotencia al espectador, que ve que Shuhei difícilmente podrá huir de su influencia.
La madre vive en un espiral de autodestrucción del que no puede salir y lo único que hace es arrastrar a su hijo con ella. A pesar de que su personaje despierta rechazo, en ciertos momentos conectamos con ella y vemos el dolor que lleva arrastrando consigo durante años. Desde el sufrimiento generado por su familia, de la que posiblemente no ha recibido el amor necesario, hasta las tóxicas relaciones con hombres maltratadores.
Todo por amor
El desenlace de Maternidad es trágico por dos motivos: el crimen que se comete y la completa anulación que sufre el hijo.
Akiko persuade al joven de asesinar a sus abuelos porque tienen dinero y ellos lo necesitan. Insiste en repetirle la idea que están solos y utiliza a su hija Fuyuka como excusa. Le dice que si no tienen los medios suficientes para sobrevivir, su hermana podría morir. Shuhei asesina a los ancianos pero la madre no asume su papel en el crimen. Su justificación es que ella solo lo comentó sin esperar que su hijo lo hiciese.
Con el joven en la cárcel, Akiko no se siente culpable ni tampoco quiere ayudarle. Por el simple hecho de ser su madre se cree con el derecho de hacer lo que quiera con él. Es realmente deprimente cómo ve a su propio hijo y la clase de relación que ha establecido. No es más que un títere que cumple con sus deseos. Siempre ha sido así.
¿Y por qué Shuhei no rompió con las cadenas que le impuso su madre antes de que fuese demasiado tarde? Porque la quiere y lo más importante para el chico es protegerla. Tan simple y devastador como esto.