El artista aragonés hizo vibrar el Teatre Apolo en sus dos noches en la Ciudad Condal, con dos conciertos llenos de emoción, tradición y entrega

La música con raíces tiene el poder de atravesar generaciones, y Juanjo Bona lo demostró durante las dos noches que actuó en el Teatre Apolo de Barcelona. En estas dos citas en la Ciudad Condal, el artista de Magallón ofreció un espectáculo cargado de sentimiento, donde la jota, el folk y la canción de autor se encontraron en un mismo latido. Con su gira ‘Tan mayor y tan niño’, Bona presentó en directo su álbum ‘Recardelino‘, una obra que habla de su tierra, sus orígenes y su evolución como músico y como persona.

Desde el primer acorde, la emoción estuvo servida. Con una banda formada por David Soler, Marcel Bagès y Antonio Torres, el concierto arrancó con ‘Intro’, una instrumental que desembocó en ‘Moncayo’, una de las piezas más representativas de su disco. A partir de ahí, el repertorio llevó al público a través de un viaje personal, con canciones como ‘Virgen de Magallón’, ‘Golondrinas’ y ‘La plaza y el río’. El Teatre Apolo, con un aforo entregado, vibró con cada acorde, acompañando con palmas y coros a un artista que se dejó el alma en el escenario.

Bona no solo repasó su álbum debut, sino que también hizo un recorrido por los momentos más importantes de su trayectoria, desde sus inicios en Magallón hasta su paso por Operación Triunfo. El concierto se estructuró en tres bloques que reflejaban su historia: la infancia en su pueblo natal, su etapa en Madrid y el cambio que supuso su entrada en el programa que lo dio a conocer a toda España. La jota, género que lleva en la sangre, estuvo presente en todo momento, no solo en su música sino también en la forma en que el artista se expresó, con esa cercanía y pasión que solo los grandes intérpretes logran transmitir.

Además de las canciones de ‘Recardelino’, el repertorio incluyó temas como ‘Lo que no ves de mí’, ‘La Magallonera’ y ‘El destello’, esta última originalmente interpretada junto a Martín Urrutia, pero que en esta ocasión Bona defendió en solitario con la misma intensidad. También hubo espacio para versiones especiales que hicieron enloquecer al público, entre ellas ‘La nave del olvido’, ‘Toda la noche en la calle’ y ‘Que se divierta y no llore’. La combinación de baladas íntimas y momentos de pura energía convirtió la velada en un torbellino de emociones, donde la nostalgia y la celebración se dieron la mano.

Uno de los momentos más especiales de la primera noche llegó cuando Bona sorprendió al público con una dedicatoria a Noemí Galera, presente entre los asistentes. El artista aragonés le regaló una rondadera, uno de los estilos más puros de la jota, en un gesto que emocionó a todos y dejó claro que lo suyo no es solo música, sino una forma de contar historias y conectar con quienes lo escuchan.

Con su voz potente y su carisma arrollador, Juanjo Bona demostró que su directo es más que un concierto: es una experiencia que deja huella. Su autenticidad y la fuerza de su interpretación lo han llevado a agotar entradas en prácticamente toda su gira de teatros, con paradas en ciudades como Mallorca y Bilbao.