El compositor bretón Yann Tiersen ofreció anoche un concierto magistral en la sala Paral·lel 62 de Barcelona, cumpliendo con la expectativa de su gira «Solo Piano + Electrics». Ante un público cautivado, Tiersen desdobló su universo sonoro en dos mitades diferenciadas, presentando el concepto de su último álbum, «Rathlin From A Distance I The Liquid Hour».
El show comenzó con la calma introspectiva que caracteriza la primera parte de su nuevo trabajo, centrándose en el piano solista. Tiersen navegó por las piezas instrumentales de «Rathlin From A Distance», con una setlist que incluyó temas como «Ninnog» y «Fastnet». La atmósfera era de una quietud casi ceremonial, con el piano evocando los paisajes y la soledad del mar que inspiraron al músico durante su travesía en barco en 2023. La precisión y la delicadeza del maestro fueron la carta de presentación.

La explosión electrónica y la llamada a la acción
Tras la pausa meditativa, el concierto dio un giro radical y se sumergió en el universo de «The Liquid Hour». Tiersen dejó atrás el minimalismo acústico para abrazar los sintetizadores, la electrónica y los ritmos hipnóticos. El escenario, antes solemne, se transformó en un laboratorio de sonido audaz y urgente.
Temas como «Stourm» resonaron con una paleta sonora densa, desafiante y marcadamente política. El concierto no solo buscaba la belleza, sino también la reflexión, canalizando las preocupaciones sociales y el deseo de cambio expresados por Tiersen.

El repertorio de la noche demostró la habilidad del compositor para conectar sus temas más recientes con piezas ya conocidas, manteniendo siempre la tensión y el groove en esta segunda parte más bailable e intensa.
Las artistas invitadas y el colofón final
La noche se abrió con la propuesta inmersiva y ambiental de Alice Boyd & Rachel Kitchlew, quienes prepararon el ambiente ante la atenta mirada de aquellos espectadores que se maravillaron por la interpretación de ambas.

El concierto de Yann Tiersen en Barcelona no fue solo un recital; fue una experiencia sensorial y dual que confirmó el estado de gracia del músico, capaz de transitar de la fragilidad del piano a la contundencia de la música de club, siempre con una profundidad emocional inconfundible.
