El finlandés Benjamin se declara veterano de las redes mientras debuta en su país natal: deja atrás las luces y las sombras que le ha traído Internet y se reinventa
Someveteraani (del finés, «veterano de las redes sociales») es el título del primer trabajo de Benjamin Peltonen en Finlandia. Es una declaración de intenciones, las ocho pistas del álbum componen una advertencia precisa, personal y extremadamente poderosa sobre los peligros de la web.
¿Y quién puede explicarlo mejor que él, que alcanzó la fama a través de Instagram hace seis años y acumula 288 mil seguidores en esta plataforma? Benjamin preguntaba hace apenas un mes: «¿qué os ha aportado internet? En mi caso, confianza, ansiedad, éxito, crisis de identidad, alegría y tristeza. Me ha abierto la mente, me ha hecho enamorarme. Me he sentido presionado sobre mi apariencia física. También me ha dado la música, y muchas otras cosas positivas y negativas».
Diez días más tarde, el artista anunció el lanzamiento de Someveteraani.
«Querida WWW»
Por si el título del álbum dejaba alguna duda, Benjamin escribe una epístola a Internet en forma de primer sencillo. En la estrofa inicial de WWW, reza: «Benji B, de víctima de bullying a famoso en Instagram (…) con tan solo dieciséis años, no hay nadie como yo. Mi vida es ideal, amor, likes para las fotos. Pese a que mi autoestima sea un Fiat Punto disfrazado de Ferrari».
Segundos después, en un diálogo unidireccional, se dirige a la web: «querida WWW, sin ti, no habría aparecido en televisión; querida WWW, eres la razón por la que he acabado en terapia». Al agridulce de la letra se une un ritmo eléctrico, vibrante, noventero, absolutamente diferente a cualquiera de sus otros trabajos.
Chico de oro
Prepondera la lírica, acompañada por acordes disco, detalles electrónicos e incluso el maullido de un gato, Peltonen nos regala Catfish, Anonyymi o BOOMERi. Se atreve incluso contra la todopoderosa TikTok, aplicación a la que dedica una canción con el mismo nombre. Nos regala también baladas, Diilerit y Mies.
Un álbum plagado de altibajos que culmina en la apoteósica Kultapoika: en finés, «chico de oro». La portada del sencillo muestra la cabeza del artista completamente dorada, centelleante, y en los primeros segundos el artista susurra directamente en nuestros oídos, antes de empezar a cantar.
Entre 2015 y 2016, Peltonen actuó en el Coca-Cola Music Experience y en el Primavera Pop y visitó Madrid, Barcelona y Valencia, donde ofreció firmas de discos y tres conciertos propios. El artista asegura ahora que esa música no le representa: «no eran mis historias, mis sentimientos. No era yo».
«Recuerdo estar dando un concierto en Barcelona y darme cuenta de que no sabía de qué iban mis canciones (…). No estaba listo para mostrar mis verdaderos colores«, explica Benjamin en una publicación de agradecimiento a sus seguidores. «Temía que se partiese la carcasa de oro que me había construido, y a la gente no le gustase lo que había debajo».
Con su debut en Finlandia, el artista deja estos temores atrás. Explica: «Quiero ser un artista, no una estrella que canta. He trabajado duro, tengo ideas y opiniones que quiero expresar, ser quien soy realmente».
Adiós al Imperio Romano
Resulta casi irónico que Benjamin haya escogido Instagram para colgar los vídeos promocionales de Someveteraani. Lo ha hecho mediante cinco vídeos de menos de un minuto, a los que llama «episodios»; los tres primeros, interconectados: una única historia que empieza en una gran mansión, con el cantante y su teléfono móvil como únicos protagonistas.
Tras breves instantes de gran éxtasis, cae rendido, y se traslada a un desierto, donde nos regala un solo de saxofón; finalmente, reaparece en la mansión, pero esta ha cambiado. O, quizá, él ha cambiado. El cuarto episodio empieza en un escenario nuevo, una tienda de tatuajes. Underdogs, el sencillo que lanzó el artista en septiembre de 2015 y que le coló en el top 10 de las listas de éxitos de Finlandia, suena de fondo en la radio. Hasta que Benjamin le pide a la tatuadora que cambie de emisora.
En el quinto y último capítulo vemos al cantante salir del salón de tatuajes y caminar decidido hacia el mar, donde se encuentra con una estatua de oro (¿un chico de oro, quizá?), un Benjamin con corona de emperador y teléfono en la mano. Sin titubear, el nuevo Benjamin, el que es ya veterano de las redes, recoge un lanzacohetes y destruye por completo lo que queda de su antiguo ‘yo’.
Un final que anuncia el comienzo de una nueva era para el cantante finlandés: una etapa de completa sinceridad, de música real, que, esperemos, traiga y nos deje disfrutar del verdadero Benjamin en España.