Artículo de opinión sobre cómo la Televisión puede afrontar un hipotético auge de la Fórmula 1 en España.

La incorporación de Carlos Sainz a Ferrari y la vuelta de Fernando Alonso a Renault para la temporada que viene apuntan a un posible resurgimiento de la Fórmula 1 en España. Para colmo, Carlos Sainz ha amarrado una tercera posición en la clasificación del Gran Premio de Estiria. Por otro lado, Esteban Ocon ha dejado a su Renault en quinta posición.

Sin duda, este cúmulo de circunstancias apuntan a la esperanza. Además, servidor, entre otras personas, apuntamos a convertirnos en la nueva generación de periodistas de este país. Muchos de nosotros nos hemos enamorado de este deporte cuando un asturiano arrasaba con un Renault amarillo y azul.

No obstante, aquella borrachera de éxitos contenía un problema que rompía toda ética periodística. El equipo de Telecinco, La Sexta y Antena 3 que emitió las carreras durante una década mostró exceso de fanatismo. Resulta comprensible que un medio de comunicación español anime sin cesar al piloto de su patria. Pero no se puede violar la imparcialidad periodística y sobre todo, las faltas de respeto.

Las campañas de desprestigio hacia Lewis Hamilton y Sebastian Vettel acabaron desembocando en ataques sucesivos hacia Fernando Alonso cuando dejó de situarse en la batalla por las victorias. Ninguno de los extremos es beneficioso para la profesión y sobre todo, para la televisión.

La pequeña pantalla es una gran vía de alfabetización de la sociedad. Y la Fórmula 1 no solo tienta a pilotos o ingenieros a vivir de este deporte. La gran pantalla también puede purificar el Arte a través de veinte monoplazas dando vueltas.

Además, el Gran Circo ensalza la cuna del capitalismo con su consecuente globalización. Por tanto, es una oportunidad de oro para engrandecer a la diversidad de culturas que atesora esta pequeña familia. ¿Qué mejor manera de hacerlo dando un periodismo de calidad?