El gallego Andrés Suárez pasa por La Estación Gran Teatro Caixabank Príncipe Pío con el cartel de entradas agotadas colgado desde hace semanas
Siempre que acudo a un concierto de Andrés Suárez me invade la misma pregunta: ¿con qué me emocionará esta vez? Este sábado en La Estación Gran Teatro Caixabank Príncipe Pío la pregunta tardó poco en responderse.
Tras las tres primeras canciones y un ansiado “¡buenas noches, Madrid!”, empieza el primer speech de la noche y, con él, el primer momento de piel de gallina. Un niño llamado Gael, de nueve años, le ha regalado una carta y un dibujo que le han hecho llorar: “lo pondré en mi estudio Moraima, el concierto entero es para ti”, dice el gallego. Y el niño, sin ser consciente, acaba de recibir el regalo más grande.
Lo de después es una sucesión de historias narradas en canciones. De esas que te transportan a los momentos en los que el gallego se inspiró, que te lo remueven todo y que te elevan a un estado de éxtasis. Andrés Suárez presenta su nuevo disco Viaje de Vida y Vuelta sin olvidarse de todos aquellos temas que llevan vida y media en nuestro viaje, y que nos han acompañado cuando todo estaba del revés. Viaje de Vida y Vuelta es el disco más vitalista de su carrera y se complementa a la perfección con la melancolía de sus primeros trabajos. Una de cal y otra de arena. Para que en sus conciertos pases por todos los estados de ánimo habidos.
Durante el concierto se acuerda de Pablo Milanés, y de toda esa gente que le ha dado apoyo y le acogido a lo largo de su carrera, cuando todavía no llenaba salas, ni sonaba en las radios, ni tenía para llegar a final de mes. Ahora, que ya puede devolver toda la gratitud que lleva dentro, vuelve al Libertad 8 a dar un concierto y afirma que saldrá a la calle a cantar para todos aquellos que se queden fuera. Ahora, que ya puede dar a los demás lo que más necesitan, destina todo lo recaudado con el merchandising a los afectados por las inundaciones de Dana en dos pueblos de Toledo.
Andrés Suárez podrá llenar Wizinks y podrá actuar en las mejores galas de premios, pero hay algo que no cambiará: la humildad que corre por sus venas y que expulsa por sus poros en cada segundo que pasa encima de un escenario.