Zahara vuelve con MERICHANE casi tres años después de su último trabajo, Astronauta, y lo hace con más fuerza y sinceridad que nunca.

Nos sorprendimos con Hoy la bestia cena en casa. Después vino el íntimo _BCN626 bajo el nombre de _juno junto a Martí Perarnau IV (Mucho). Ahora Zahara lanza MERICHANE, y es la enésima muestra de que la ubetense tiene aún mucho que decir. Hace apenas unos días subía en Instagram de ella hablando de esa palabra, ese nombre, que a muchos nos puede sonar desconocido. Para Zahara no lo era: lo llevaba muy dentro, calado en los huesos. Y, tras años de cautiverio, la ha querido compartir con su público.

Más que una canción

MERICHANE no es solo una canción. Es una declaración de intenciones, una forma de decir que, lo que antes dolía, hoy lo hacemos nuestro. En el videoclip, Zahara es vista con esa palabra colgada en el cuello, hablando de cosas que ha experimentado a lo largo de su vida: amantes, desentendimientos con Universal (su antigua discográfica), bulimia, inestabilidad. Encerrada en un cubo, aparentemente sin salida.

El videoclip es obra de su amigo y director Guillermo Guerrero, con el que ha trabajado ya otras tantas veces. Podemos ver a Zahara acompañada de un grupo de hombres que en ocasiones la rodean, la empujan, o danzan a su alrededor. También, como no, la podemos ver a ella bailar, algo que no suele faltar en sus vídeos. La producción, como en el primer single de su Astronauta, es de Martí Perarnau IV.

Con el feminismo por bandera

¿Pero qué significa «merichane»? Al final del vídeo, la artista lo confiesa: «Merichane era el nombre con el que se conocía a la «puta del pueblo». Ese fue mi apodo en el colegio. Tenía 12 años». Una vez más, Zahara hace de la música y el baile una terapia, una forma de salir de lo que ha dolido. Y no, no todo es amor o desamor en la música: también hay amor propio y autoconocimiento.

Dentro de lo personal, también hay espacio para lo general. Denuncia, una vez más, situaciones que las mujeres viven por la calle: miedo de camino a casa, violencia sexual, sentimiento de culpa a la hora de disfrutar, problemas de autoestima y ansiedad. Comparte su experiencia y de ella hace baile, un baile lleno de rabia, pero también de supervivencia. Y lo repite una y otra vez: ella estaba ahí. En pasado. Porque, después de tanto tiempo, lo ha dejado ir.