El puertollanense Pablo Moreno presenta su primer trabajo, ‘El Nido’. 12 canciones que recorren el universo interior de una de las jóvenes promesas del pop español.
Un martes 15 de noviembre nos recibe lluviosa y aglomerada la Gran Vía madrileña. Coincidiendo con mi cumpleaños, en una pequeña boca calle, en la planta alta de una cafetería, espero con mi café a Pablo Moreno, un artista que está promocionando su primer disco de estudio. Sin saberlo ese día, me estaba haciendo un autoregalo de cumpleaños.
Pablo llega a la cita puntual y muy sonriente, aunque cansado porque lleva un día intenso de promoción con diferentes medios y se está recorriendo Madrid de cabo a rabo. Nada más sentarse, descubro que es un chico sencillo, muy agradable, con una ilusión desbordante por su proyecto y por la música y rápidamente se olvidan los minutos previos de nerviosismo entre dos desconocidos para descubrir una grata conversación entre dos amigos, de edades muy diferentes eso sí, pero que se encuentran en momentos vitales bastante parecidos y que, además, tienen en común, entre otras cosas, la pasión por el trabajo bien hecho, ser muy sentíos y la belleza de Málaga, mi ciudad natal.
¿Qué tal estás?
Muy contento, pero también un poco estresado con toda la vorágine que estamos viviendo desde el lanzamiento de ‘El Nido’. Ha coincidido justo la salida del disco con el inicio de la gira. Sale el álbum el viernes y el que viene comenzamos la gira en Sevilla.
Vienes de hacer promo, quedas conmigo, te vas a hacer promo en cuanto nos acabemos el café…
Justo, esta noche también tenemos promo, entonces… Estoy intentando disfrutarlo mucho porque soy consciente de que cuando todo acabe, no quiero quedarme con la sensación de “he sacado mi primer disco, qué estrés, qué poco lo disfruté y cuántas cosas he tenido que hacer”. Al igual que con la gira, quiero tener la sensación de: qué suerte tengo de poder hacer conciertos. La gente que viene a verme lo que quiere es disfrutar de las canciones, si yo tengo interiorizado que el concepto del directo a lo mejor no está pulido del todo, es darle tiempo porque estamos empezando.
Dicen que pasa mucho, por ejemplo en las bodas, que organizas todo con mucho mimo y que pasa el día y que no te acuerdas de nada. Imagino que no quieres tener la sensación de que lo estás viviendo que no lo estás disfrutando
Yo creo que las personas que somos muy intensas queremos trabajar mucho para llegar al objetivo, y ponemos el foco ahí, pero si no eres capaz de disfrutar el proceso que te va a llevar hasta ese objetivo, cuando llegues no te va a saciar para nada.
Pero es que para eso hay que parar, y es tan difícil parar…
Justo he estado hablando de esto con mi hermano. De camino a una entrevista y otra, me ha dicho “deberías disfrutar y pararte”, pero claro, coges el calendario y dices “¿cuándo paro?”. Supongo que también que el mundo en el que vivimos ahora de la hiperproductividad y de tener que estar todo el rato en movimiento… Creo también que las redes sociales no nos ayudan nada en ese sentido, nos obligan a estar todo el tiempo produciendo: si no es produciendo música, es produciendo una foto o un reel… Y no quiero ser un esclavo de mi propio trabajo, porque a mí lo que más me ha dado libertad en la vida es la música, tengo la suerte actualmente de que es mi trabajo, pero no quiero que eso se convierta en lo que me acabe dominando.
Las dos caras de la moneda, que te da una de cal y otra de arena. ¿Eres de los que siente cuando se relaja y tiene un momento de descanso que debe seguir siendo productivo?
Me pasa mucho, pero tengo lugares donde no. E intento ir a esos lugares… Como me mudé a Madrid hace 5 años, me encanta la ciudad, mi tiempo aquí y tiene pinta de que me quedaré aquí muchos años más para seguir desarrollándome a nivel vital, pero es una ciudad que la tengo muy asociada al trabajo. Soy de Puertollano y uno de mis lugares de descanso es allí, y mi hermano vive ahora en Málaga, lugar al que voy desde que era muy pequeño y es de las zonas también donde consigo desconectar e ir mucho a mi raíz. No sé si a ti te pasa, creo que cuando cambio mi rutina de Madrid a casa de mis padres me infantilizo y vuelvo a generar dinámicas que no tengo aquí que me hacen sentir bien.
Te entiendo perfectamente, yo en Málaga me permito cosas que en Madrid no sería capaz
Cuando estás dentro de una dinámica de trabajo muy grande, al final también trabajo con Warner Chapel componiendo para otros artistas, entonces, si tengo algún tiempo de descanso y un amigo me dice: ¿quedamos para componer? Le digo sí, y esos días que en teoría son “libres” acabo trabajando. Pero estoy en el proceso.
Habiendo leído la nota de prensa y sabiendo de lo que trata ‘El Nido’ es curioso que hayamos comenzado la entrevista, sin quererlo, de esta manera
De hecho te iba a decir que, el proceso de llegar a componer este álbum, es recoger todos los pensamientos del último tiempo: he intentado sanar, recopilar, verme a mí mismo por dentro… Es lógico que a día de hoy hable sobre esto. Creo que en el caso de un compositor o cantautor, como es el mío, es normal que se vean reflejada su obra con lo que está viviendo a nivel personal. Probablemente si en dos años saco otro disco, hablaremos de otra cosa. ‘El Nido’ tiene mucho que ver con volver a tus raíces y es algo en lo que llevo inmerso investigando mucho tiempo. Desaprender dinámicas que no eran sanas para mí…
¿Qué te ha hecho llegar a eso?
Pasé la pandemia en un piso nada acogedor pero sí muy inspirador. Gracias al Festival “Yo me quedo en casa” por ejemplo, comencé con conciertos y llegué a empezar a plantearme cosas. Por suerte, luego pude irme a Puertollano, a casa de mis padres, a literalmente mis raíces, estaba todo el tiempo produciendo y componiendo y lo juntaba con pasar tiempo con mi familia y amigos de siempre. Por tanto, sin darme cuenta, hay mucho de esto recogido en el disco, no hay ninguna canción concreta pero todo el disco tiene tintes. Es bastante probable que parte de mi reflexión en este tiempo, haya tenido que ver con pararme, volver a mi familia después de convertirme en una persona independiente y es probable que todo haya germinado de ahí.
¿Cuál es el primer recuerdo musical que tienes?
Escuchar a mi madre cantar una canción de Serrat, y fue la primera vez que se me pusieron los pelos de punta. En mi casa de todas formas siempre ha habido mucha música, muchos viajes en coche que me hicieron llegar hasta a odiar un poco a Serrat (por la repetición, es uno de mis referentes), porque además a mí en esa época me encantaba Camarón, yo de pequeño no quería ser un artista pop, quería ser “Camarón”. Mi padre que no conectaba mucho con eso, me limitaba a 5 canciones por viaje.
¿Y qué hizo que al final no fueras el próximo Camarón y tiraras al pop?
Pues al final es un poco lo que habla ‘El Nido’, las raíces. El flamenco es algo que se mama, se siente, se respira… Yo me emociono con ello pero no tengo ese duende. Soy una persona que se ha educado en un lugar con mucha cultura, por lo que creo que tiene mucho sentido lo que hoy en día hago y refleja quién soy.
¿Y recuerdo de tu primer concierto?
Yo tendría como 5 o 6 años y mi madre no tenía con quién ir y nos llevó a un concierto de David de María. De hecho, hace un par de años que tuve la suerte de estar en su casa y se lo conté. Recuerdo el hecho de verle en el escenario de niño y pensar: yo quiero ser eso. Y el siguiente que más recuerdo es uno de Maná que mis padres me llevaron de viaje a Albacete.
A mí me gusta mucho eso que tiene la música que te lleva a un sitio, a una persona… ¿Qué canción has compuesto para ‘El Nido’ te da a ti esa sensación?
‘Nicaragua 2’. Te podría contar a qué huele esta canción, qué se está hablando allí ahora, qué colores tiene… Yo soy eso. Es de las cosas que más me representa, es mi familia, las discusiones o debates con mi padre.
Creo que es una muy buena carta de presentación para abrir el disco, para todo aquel que aún no te conozca. ¿Cómo es ese momento en el que decides dejarlo todo para perseguir tu sueño en Madrid?
Fue muy emocionante porque al final el que viene de pueblo, romantiza la ciudad y piensa que es el lugar donde todo el mundo consigue sus sueños. Una vez llegas y te golpea la realidad te das cuenta que es una selva y que también te atacan y toca defenderse. Lo recuerdo con mucha valentía, me vine con 20 años y está siendo un proceso muy bonito y liberador. Creo que cuando uno consigue a cierta edad volar de ese nido y empieza a construir el suyo propio, aunque sufra, se acaba haciendo una armadura y creando una consistencia en su vida.
Las experiencias son las que te van construyendo como adulto, como persona y nutriendo tu perfil profesional
Recuerdo todas las salas: Libertad 8, Búho Real… El primer concierto en el que alguien te invita a cantar en el escenario, coincidir de fiesta con el que era tu referente… Eran momentos muy bonitos que, hoy en día, se pierde el romanticismo pero fue una etapa muy bonita y liberadora. Recuerdo también Pachamama que es una sala de Ciudad Real que ha tenido que cerrar por pandemia y le debo muchísimo porque fue de las primeras veces que empezaron a venir a mis conciertos público que yo desconocía y a los que les gustaban mis temas. La primera vez que canté en Galileo Galilei fue muy especial. Tenemos la suerte en España de ser un país que, aunque nos cuesta a nivel cultural apostar por nuevas cosas, tenemos un circuito de salas buenísimo que se está cada vez descuidando más. En las salas se crean los futuros artistas que sostendrán la industria musical de un país.
¿Qué le dirías a ese Pablo de 11 años ahora que vive de canciones?
Que siga, que sueñe, que no importa que sea un chico sensible, que encontrará a gente increíble que lo abrace y cuide y que la clave es ser uno tal y como es.
¿Hay alguna canción de las que escribió ese Pablo a la que le darías una vuelta para incluirla en un disco?
Es curioso porque amigos de toda la vida me siguen pidiendo esas canciones. Me da una rabia tremenda porque son canciones que a lo mejor escribía con 12 años y me las siguen pidiendo. Los viernes al acabar el colegio, venían a casa y era concierto privado. Fueron y son mis primer público.
Es muy importante sentirse arropado desde los inicios…
Totalmente de acuerdo. Si el primer día que yo me pongo a cantar, la respuesta que tengo no es tan poderosa como fue, de sentir que alguien se emociona contigo… Si hubiera sentido una apatía creo que a lo mejor no estaría aquí ahora mismo hablando contigo. Lo que intentaría transmitirle a ese niño es lo que intento transmitir a todos los niños. Justo hablábamos del concierto de David de María, yo de niño he tomado decisiones muy importantes en los conciertos, yo dije, quiero ser eso, un tipo que se sube a un escenario con una guitarra o piano y transmitir sus sentimientos. No hay que limitar a los niños.
¿Qué viaje sonoro quieres que tenga la gente que te escucha por primera vez?
Mi idea es un sonido muy cálido, que la gente conecte con él también a nivel de producción pero donde se rompa la etiqueta. Que una canción no tenga nada que ver con la otra, aunque haya hilo conductor, que no sea homogénea. Puede haber canciones con tintes ochenteros como ‘Yo lo intento’ a ‘De que vale’ que es una guitarra grabada totalmente en directo con la guitarra de Antonio Vela… Creo en canciones que cuentan historias pero sin etiquetas. No me siento tampoco parte de nada a nivel estilístico.
Supongo que con el paso del tiempo, cuanto más música saque, la gente irá entendiendo mi sonido, quién soy. Yo soy un tío que para bien o para mal su intensidad le lleva a un día estar muy eufórico, o al día siguiente más melancólico, y justo es lo que se escucha en ‘El Nido’.
Para quien no te conozca, aunque creo que ya lo van a empezar a hacer a lo largo de esta entrevista. ¿Quién dirías que es Pablo Moreno?
Él, la persona que también me lee. Tengo mis características que hace que sea de determinada forma, pero soy un chico normal, que tiene un entorno importante que le ha marcado, con sueños, inseguridades… No tengo nada especial, lo que intento transmitir es que mi empatía me puede llegar a componer canciones que pueda conectar con ellos.
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Pablo es un artista nada pretencioso, porque no lo es como persona. Plasma su ser en 12 canciones en un trabajo redondo que es una perfecta carta de presentación: una voz y sonido cálidos, con letras profundas y un sonido pop que vislumbra el acercamiento a otros géneros y estilos.
Desde aquí, te recomendamos encarecidamente que le des una escucha a su trabajo y que, si puedes, no te pierdas alguna de las fechas de su directo.