El paso de Andrés Suárez por la Sala Barts el miércoles 15 de octubre dejó claro que los conciertos son lugares seguros y, durante una hora y media, transformó la tempestad de la realidad que vivimos en evasión y éxtasis

A las diez de la noche, la cola prácticamente daba la vuelta a la manzana. No es de extrañar teniendo en cuenta que casi había conseguido colgar el cartel de sold out en ambos pases (19:30h y 22:30h) de su parada en la sala Barts de Barcelona. Anécdotas sobre conciertos pasados, vidas de gira y sentimientos que provocaban las canciones de Andrés Suárez estaban en la boca de todos mientras esperábamos para poder acceder a la mítica sala de la Avinguda Paral·lel.

Todos estábamos deseando escuchar las canciones del octavo disco del gallego, que llegó a nuestras vidas en junio y nos las transformó. Andrés Suárez tiene la capacidad de desgarrarte por dentro, de removerlo todo y de recomponerte después; y los que le hemos visto cantar en directo alguna vez sabemos que sus conciertos son como un viaje extrasensorial que necesitas vivir de vez en cuando. Por eso, si vas a uno de sus conciertos, luego repites.

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Esta vez estábamos allí para demostrar que la cultura es segura

Pero esta vez estábamos allí por una razón que va mucho más allá de nuestra pasión por la música de un artista. Estábamos allí porque teníamos que demostrar algo que las instituciones se empeñan en tirar por el suelo: la cultura es segura. Se pueden celebrar conciertos en teatros, auditorios y salas con las medidas de seguridad necesarias y sin ni un solo contagio. Y sí, el 15 de octubre teníamos que demostrarlo y lo demostramos.

Andrés no dejó de recordarnos la importancia del momento que estábamos viviendo y, micrófono en mano, se desahogó durante minutos expresándonos su desacuerdo con lo que le está pasando al sector cultural. Porque se les está criminalizando y ahogando pese a que se hayan reinventado para seguir adelante. Las salas están cerrando, los músicos están vendiendo sus instrumentos, y nos quieren vender que son un foco de peligro de contagio cuando en realidad hay las condiciones óptimas para que todo el mundo esté seguro.

La Sala Barts contó con control de temperatura, distancia de seguridad entre asientos, cero interacción entre asistentes, gel hidroalcohólico y mascarillas durante la hora y media de actuación. Quien no quiera ver que los conciertos son uno de los lugares más seguros en los tiempos que corren es que lleva una venda en los ojos que debería quitarse para evitar el injusto hundimiento de todo un sector.

El público se portó de diez. No nos levantamos del asiento en ningún momento, y pese a que un concierto no se vive igual estando sentado, nos sacrificamos para no dar ni un solo motivo a quien quisiera tirar por la borda todo el trabajazo que se hizo para organizar el concierto con las medidas de seguridad.

También fue extraño no poder demostrarle a Andrés que nos sabíamos todas sus canciones, porque la mascarilla no dejaba que él pudiera leer cada una de sus letras en nuestros labios. Pero nos encargamos de recordarle que sus letras nos habían llegado a lo más hondo de nuestro corazón mediante el brillo en nuestros ojos y cantando lo más fuerte que pudimos.

Grandes éxitos, últimos lanzamientos y una canción inédita

Disfrutamos de grandes éxitos de su carrera como Vuelve, Benijo, Hace Un Año (320 días), No saben de ti, Voy a Volver a Quererte o Necesitaba Un Vals Para Olvidarte. Todas fueron un regalo puesto que algunas de ellas no sabemos cuándo vamos a volver a escucharlas en directo. Una de las mejores cosas que tienen los conciertos de Andrés es que nunca son iguales, nunca hay un mismo setlist y cada canción es interpretada de una forma diferente cada vez que la canta.

Luego nos presentó a sus nuevas hijas: No diré, Si La Veis, Propongo, Calella, El Cantante, 6 de la Mañana, Nina y Despiértame. Qué deciros de ellas… Si cierras los ojos y sientes la voz del cantautor sanando tu mente y la melodía recorriendo cada centímetro de tu cuerpo. Terminan y solo te queda suspirar porque ya se han acabado y no puedes darle al “repeat” para escucharlas de nuevo.

También tuvo tiempo para hablarnos de su sueño cumplido en Nuestra Canción, de aquel mensaje de Instagram que dejó tres días sin responder, de aquél “¿de verdad eres tú?” y de su vértigo al darse cuenta de que iba a colaborar con una de sus referentes musicales. Cris Rubio, que acompañó al gallego durante toda la noche tocando el piano, suplió con mucha maestría y profesionalidad la falta de la voz de Markéta Irglová.

Y el broche final lo puso deleitándonos con una canción que todavía no ha visto la luz y que tal y como explicó, surgió de sus ratos de composición del confinamiento. En ella, cuenta diversas situaciones que se han dado a lo largo de este año de pandemia, como la muerte de Luis Eduardo Aute, el hundimiento de la clase media, las corridas de toros mientras el sector de la cultura en directo se paralizaba,… Y dice que mientras todo esto ocurría, pensaba en los suyos: “Yo solo pensaba en ti, en darte la mano sintiéndote lejos”.

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Suerte la de poder contar con un camerino, más aún si lo compartes con los gigantes @marinosaiz y @rubio_musica . Suerte poder enviar un mensaje de amor de Barcelona a Islandia (with all our love and gratitude , dear @marketa_irglova ❤️). Suerte la de teneros enfrente, Barcelona. Sois increíbles. Gracias por llenar dos pases en la @bartsbcn . Suerte, poder seguir demostrando que la cultura es segura. Las medidas de la sala, de los profesionales de @guitarbcn y @theprojectbcn , únicas. Qué gustazo. Gracias. Próxima parada: 27 de noviembre en el Gran Teatro de Elche. Y otro abrazo ENORME a tod@s l@s compañer@s que aún no han podido volver a trabajar. Todo mi cariño y mi ánimo. #culturasegura @rlm_es

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Entre tanta tempestad, era necesario subir el volumen de los sentimientos y las verdades durante una hora y media

Al cantautor gallego le bastó con el violín de Marino Saiz, el piano de Cris Rubio, una guitarra y su voz para hacernos extasiar en cada una de sus canciones. Solo aquellos que han vivido un concierto suyo saben de lo que hablo cuando digo que su hipersensibilidad se contagia (más que el coronavirus en un concierto) y te envuelve durante la hora y media de show, hasta tal punto de que sientes lo que él siente cuando canta.

Es lo que tiene cantar ‘su verdad’, que transmite tanto que se convierte en ‘nuestra’ porque conecta el público con el cantautor. Y esta vez todo fue más especial que nunca, porque encontrándonos en el inicio de otra ola que volverá a silenciar las calles durante un tiempo, necesitábamos subir el volumen de los sentimientos y las verdades y dejar que florecieran durante una hora y media.

Supongo que por eso se me hace inconcebible que nos priven de algo tan mágico como esto, teniéndolo todo de nuestra parte para que todo salga bien y no haya ningún contagio. Necesitamos conciertos para tener una vida plena, y los trabajadores del sector de la música en vivo nos necesitan para sobrevivir. Apostemos por la #CulturaSegura y digamos bien alto que lo que ocurrió el miércoles en la Barts no puede quedar en una anécdota sino que tiene que volver a ser ‘lo normal’.