La banda madrileña Taburete pasó por Les Nits de Barcelona en la noche electoral e hizo que el público se olvidara de la realidad durante una hora y media
Taburete aterrizó en Les Nits de Barcelona para cerrar la penúltima semana de shows en els Jardins de Pedralbes y eligió la noche electoral para dar el show más apolítico que podía darse en una noche en la que se decidía el futuro del país. Cuando Se Apaga La Luz se ocupó de abrir el concierto y de hacer precisamente eso, apagar la luz para que las estrellas brillaran. Y Willy Bárcenas y Antón Carreño, resplandecientes, llevaron a cabo su misión: convertir Barcelona en una fiesta.
Un ‘¡qué temazo!’ constante en un setlist en el que no había ni una canción de relleno. Desde sus éxitos más recientes incluidos en su quinto disco Matadero 5 hasta Beloferón, Sirenas o Walter Palmeras, que no necesitan definición porque es imposible leer su título y no empezar a tararearlas. Tampoco faltaron Amos del Piano Bar y Caminito a Motel que han acabado ganándose el título de himnos. Era una noche festiva en la que se dejó la política a un lado para celebrar la vida.
Los madrileños tuvieron al público de pie incluso en las canciones lentas, cantando cada frase y saltando y bailando como si fuera la noche de sus vidas mientras ellos, desde el escenario, alentaban a las primeras filas con contacto visual y cantos compartidos. Y como esa interacción no era suficiente, una rúa entre el público al ritmo de Mariposas. Algo sorprendente fue que en todo momento se percibía que esa comunicación era fluida y orgánica, como si el grupo hubiera conseguido crear un lenguaje y una conexión con sus fans que solamente ellos entendían. “¡Esto es Taburete!”, dijo Willy Bárcenas al cerrar el show. Y eso es lo que es: fiesta, buenrollismo y evasión.