Juanjo, Martin, Chiara y Violeta emocionan con su discurso para el inicio del MADO 2024 en la Plaza Pedro Zerolo de Madrid

Si hace seis meses les hubiesen dicho a Martin, Juanjo, Chiara y Violeta que tras su paso por Operación Triunfo estarían dando el Pregón del Orgullo en una Plaza de Pedro Zerolo abarrotada hasta arriba de jóvenes, probablemente no lo hubieran creído. Esta edición ha sido sin duda la más diversa, como expresa Martin, “porque la sociedad es diversa”. Con ello, desde la naturalidad, ha contribuído a una visibilización masiva del colectivo LGTB+.

“¡Qué viva el orgullo!” exclama Violeta nada más subir al escenario. Desde el foso, contemplamos cómo el público, en su mayoría chicos y chicas adolescentes con banderas entre las manos y pintadas en el rostro, gritan emocionados ante los que son ahora sus ídolos y referentes. Sin pretenderlo, los cuatro artistas se han convertido, de la noche a la mañana, y tan solo por medio de la naturalidad de sus vidas cotidianas –que daban la casualidad de estar siendo grabadas para miles de espectadores– en iconos del colectivo

Martin, Juanjo, Chiara y Violeta en el Orgullo / Teresa Urcelay

Cuatro historias que merecen ser contadas

Aunque hoy se unían por una causa común, los cuatro tienen contextos y bagajes muy diferentes, y enfocan sus discursos de formas distintas y personales. Cada historia es igual de válida y merece ser contada para cualquier niño (o adulto) que pueda estar escuchando y sentirse identificado. “Orgullo y visibilidad”, manifiesta Martin, “no es, como dicen muchos, intentar meter información en la cabeza de los niños, ni convertirles en nada; es que un niño, niña o niñe se desarrolle pudiendo ser ella misma sin miedo y sin vergüenza”.

Esta última frase es representativa de lo que Martin demostró ser en el concurso, y mantiene en la actualidad: a pesar de las inseguridades que pueda tener, un joven sin miedo a mostrarse tal y como es, sin miedo a llorar en público, a emocionarse o a manifestar sus sentimientos con las palabras más explícitas. En definitiva, un joven con mucha inteligencia emocional y sensibilidad al que –apenas unos instantes con él bastan para verlo– desde pequeño han educado en libertad.

 

Martin en el Orgullo / Teresa Urcelay

Todos los ritmos están bien

Quizás por todo esto era la persona idónea para que, de entre trece mil que participaron en el casting de Operación Triunfo, fuese a dar con Juanjo. Como él mismo refleja en su discurso, “gracias a mis compañeros, a mi familia y amigos, soy una persona mucho más feliz hoy… y en especial a Martin”. Este es su primer orgullo, y como pregonero se dirige a todas aquellas personas que tienen dudas, que no saben aún con qué palabras definirse, con cuáles sentirse cómodos, que sienten que no pueden unirse a todos los que alzan sus banderas, que no es su momento, que tienen miedo. “Todos los ritmos están bien”, concluye.

Esta reflexión es especialmente importante. La «validez» dentro del colectivo no queda definida por la claridad de ideas, la elección de etiquetas, la perfección del discurso propio, el conocimiento del slang, la adhesión a uno de los muchos estereotipos de lo que ha de ser una persona LGTB+. Esto es algo que muchos espectadores –incluso del propio colectivo– no supieron ver a lo largo del concurso, y continúan sin querer ver hoy en día. Acompañar a alguien desde cero en un proceso que tú mismo ya habías emprendido desde niño es valiente; pero también lo es ser uno mismo, querer y dejarse querer. Ser vulnerable es valiente. 

 

Martin y Juanjo / Carmen Calleja

La importancia de verse reflejada

De estereotipos habla Chiara en su fragmento del pregón. “Me di cuenta de que me gustaban las mujeres con quince años, pero quizás podría haberme dado cuenta antes si no hubiese pensado que había solo una manera de ser lesbiana”. Tal vez otra niña de quince años, al son del grito “go, lesbians, go” ha podido hallar reflejo en Chiara, en Violeta, o en cualquiera de las otras mujeres de la edición. Tal vez también podrá sentirse reflejada en sus letras, que usando pronombres femeninos, sientan un precedente en el panorama musical nacional. En la academia de Operación Triunfo, Chiara expresó que “nunca se había sentido agusto en ningún sitio”. Ahora, frente a todas las niñas que la observan, asegura “aquí tienes a quienes van a cuidarte y protegerte”. 

El orgullo es político

La hermandad es un elemento esencial del colectivo LGTB+ que, como defiende Violeta, “va de la mano del feminismo”. Violeta es una persona con las ideas claras, y así reivindica que “es fundamental que ningún gobierno pueda declarar ilegal nuestra visibilidad o el derecho a ser considerados familias”. Porque más allá de identidad, amor, visibilidad o hermandad, el orgullo es político. Es “feminista, antirracista y anticapacitista”. Como Chiara, quiere recalcar que ninguna niña, adolescente o adulta está sola, que la lucha es lucha de todas, que “nos sostenemos las unas a las otras, y en eso está la verdadera revolución”

Violeta en el Orgullo / Teresa Urcelay

El espíritu del orgullo

Desde nuestro lugar, tras la cámara y bajo el sol, es emocionante ver el cariño que se tienen, cómo se conmueven escuchando el discurso del otro, como se abrazan, se sonríen, se miran o se tranquilizan mutuamente con una palabra precisa o un roce simbólico. Este es el espíritu del orgullo, que a veces se olvida; estos jóvenes lo renuevan y le traen la frescura que en ocasiones le falta. Es bonito pensar que su proceso ha podido ser el de las personas que los observaban a través de una pantalla, desde sus casas y algunas de las cuales les observan hoy, tras una valla. 

También se conmueven cuando, de pronto, Abril Zamora, la actriz, escritora, guionista, directora y, para estos cuatro jóvenes pregoneros, profesora, sale al escenario a entregarles el Premio MADO del año. Abril ha sido un pilar fundamental en el proceso de desarrollo identitario y autodescubrimiento de cada uno de ellos, como ahora ellos, aunque desde la distancia, lo son para tantos otros jóvenes y mayores.

Los pregoneros con Abril Zamora / Sara Menacho

Inteligencia, cariño, agradecimiento y respeto

Ser referentes puede convertirse en una gran presión para estos chicos y chicas a los que nadie ha preguntado si quieren serlo, a los que su mera existencia y experiencia ha colocado en la posición en la que ahora se encuentran. Estos niños –porque apenas son más que eso–, sin embargo, responden a esta posición con inteligencia, con cariño, con agradecimiento y con respeto. Este es el respeto que merecen quienes les ven, pero que también merecen ellos mismos. El conocimiento y la seguridad que ahora muestran al hablar está dirigido a los niños que les observan, a su “yo” de hace seis meses, a su niño interior. 

Pregoneros / Sara Menacho